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31.12.18

29.12.2018 Doñana

Última salida pajarera del año tras valorar subir a la sierra de Cádiz a por aves alpinas o intentar la observación de un ánsar de la tundra localizado el pasado día 22 por José Antonio Sarrión "Sarry" en la marisma Gallega en el PN Doñana.

Decantados por la segunda opción, Chema Lubián y yo partimos bien temprano para estar en el camino hacia la Escupidera a primera hora.

Al principio, no hicimos muchas paradas y con la escasa luz sólo podíamos apuntar las aves visibles de cierto tamaño. Llegados a la altura de Huerta Tejada la luz mejoró y los pequeños paseriformes se hacían identificables.

Puesto para la caza de ánsar común © Rafa García
La actividad cinegética se hacía audible y patente, y para nada de igual a igual como siempre. 

Halcón peregrino y busardo ratonero © Rafa García

Una de las paradas, antes pasar por el CV Valverde, se prolongó para seguir las evoluciones de un busardo ratonero y un joven halcón peregrino que volaron a nuestro paso desde el cableado y apoyo donde estaban perchados.

Halcón peregrino Juvenil © Rafa García

La siguiente, próxima al Guadiamar, coincidió nuevamente, suponemos, con el mismo halcón juvenil que se había perchado junto a un joven macho de azor y que volaron a nuestro paso.

Azor ♂ Juvenil - Fotomontaje © Rafa García

El azor, fue en un primer momento dado por gavilán a bote pronto. Las fotos mostraron lo que era.

A la vista de los primeros ánsares decidimos parar para hacer un primer repaso. Fue un acierto la elección y el momento. Tras un pequeño barrido localizo un ánsar más oscuro, en cuyo pico, también oscuro, destacaba una pequeña banda anaranjada. El ave en pie, se posó y echó a dormir ocultando el cuello. A Chema no le dio tiempo a verla bien, pero pronto levantó y lo observó bien al empezar a pastar. Mientras caminaba se le intuían sus patas de color anaranjado y no rosadas como las del ánsar común Anser anser, mayor, más grisaceo y de pico naranja.


Pudimos hacerle una foto colaborando ambos. Chema avisó cuando levantaba el cuello y yo disparaba la cámara. Así que, al menos, quedó documentada la nueva especie para ambos a pesar de la distancia. También colaboró un ánsar común a su izquierda para comparar. El ánsar de la Tundra Ansar serrirostris se ha separado recientemente del ánsar campestre Ansar fabalis.

Seguidamente avanzamos hacia la cancela de la Escupidera para poder intentar localizar algún ánsar careto que no vimos entre los grupos donde estaba el ánsar de la tundra. Como no dábamos con la especie regresamos a por el "serrirostris" pues estábamos a la espera de coincidir con Sarry y Javier Rengel con los que habíamos quedado.

Localizado el Ánsar de la Tundra unos metros más a la derecha donde lo dejamos, los cuatro tuvimos ocasión de verlo de nuevo. Sin rastro de los caretos nos dirigimos de nuevo hacia la cancela de la Escupidera pero nos detuvimos a la altura del punto geodésico. Desde allí localizamos en principio uno y luego Sarry cuatro más en vuelo, uniéndose todos posteriormente. En la distancia destacaban su menor tamaño y la frente blanca, no siendo viable documentarlos con imágenes.

Garceta grande © Rafa García
Decidimos, al rato, intentar en el Guadiamar un avetoro visto días antes por Javier Rengel pero no tuvimos suerte, como tampoco la tuvimos con el intento al bisbita de Richard de la dehesa de Pilas donde nos sobrevolaban seis cigüeñas negras.

En la Dehesa de Pilas ya nos separamos y Chema y yo, propusimos ir a Dehesa Torneros, una zona de campeo del lince donde un mes atrás tuve la oportunidad a primera hora de la mañana de toparme junto a Alfonso Pantoja con Lupa, una lincesa con collar azul habitual en esa localidad.

Aún era temprano y nos apostamos en un claro, al Sol, pues el viento fresco del norte no era bueno tenerlo de compañero a la sombra de las encinas. Comimos bocatas y fruta mientras charlábamos, a la vez que manteníamos vigilancia a nuestro alrededor.

La zona era buena de conejos, muchos rastros, escarbaduras y madrigueras. Mientras comíamos nos sorprendió el ulular de una par de cárabos, a saber lo que se comunicaban a esas horas de tanta luz.


Tras el almuerzo decidimos pasear por los caminos que cruzaban la dehesa hasta la caída de la tarde. En las zonas más arenosas junto a las rodadas de coches pudimos ver un par de rastros de lince.

No estábamos solos tras "el gato", coincidimos con varios observadores apostados a lo largo del perímetro central del claro de la dehesa de Torneros donde divisábamos varios conejos y algunas perdices a la espera de un posible lance de caza del lince.

Pudimos escuchar, ya en el crepúsculo, cárabos, mochuelos y búho real. El lince o lincesa no se dejaron ver, mañana será otro año y habrá que volver.

¡¡ Feliz 2019 !!

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